Obtener una medalla o condecoración es la confirmación de un trabajo bien hecho, que nos motiva e impulsa a nuevos retos. Es altamente estimulante y nos hace mantener un alto estándar de calidad.
Una condecoración no enriquece a las personas, pero sí las hace más felices. Todos sabemos que los premios no tienen un alto valor, pero aún así los queremos en todo caso. La reacción humana natural a sentirse impotente es la ira, misma que desaparece por completo al lograr un objetivo y se convierte en felicidad al ser reconocidos por ello.
Otro claro ejemplo de la importancia de una medalla o condecoración, es que en la época de Napoleón, este con el fin de evitar algún tipo de conspiración en su contra, creó una serie de condecoraciones y medallas que mantuvieron a sus líderes militares y pueblo en general felices gracias a la motivación que este honor les representaba, técnica que no fue inventada por él, sino que se ha utilizado a través de los siglos por diferentes líderes que comprendieron la importancia de su uso y que además seguirá siendo efectiva gracias a la forma de ser innata del ser humano.
